
El primer efecto significativo de que no te paguen tu salario se observa en la pérdida de ingresos para el propio sustento y el de la familia. Sin embargo esta situación tiene poderosas y negativas secuelas en otros ámbitos que a veces pasan más desapercibidos, como son sus repercusiones emocionales y psicológicas y sus consecuencias sociales.
Una opinión de Miguel Rodero | @miguel_rodero / Muchas personas son capaces de paliar mediante familiares, amigos o servicios sociales el grueso de los efectos negativos de la denominada crisis, pero es mucho más complicado con los efectos psicológicos y sociales, que llega, como es natural, a tener efectos sobre nuestra familia y nuestras relaciones familiares.
Yo no conozco personalmente a ningún afectado de la empresa afincada en Guijuelo GPM, pero los afectados, unos 70 trabajadores, llevan cuatro meses sin cobrar sus salarios y se sienten “maltratados y estafados” ante las promesas de pago incumplidas de forma sistemática por una empresa que usa la estrategia de la mentira para alargar, no se sabe con qué fin, la agonía de estos trabajadores.
Cierto es que están recibiendo de parte de algunos colectivos muestras de apoyo, mediante comunicados y redes sociales principalmente, pero me aventuro a decir que estas muestras son como tiritas cuando te has cortado un dedo, y los afectados cada vez están más sumidos en la desesperación y la confusión.
Yo se que esta carta no va a llegar a cambiar la situación que viven estos trabajadores, pero sí que espero que sirva para movilizar el espíritu de solidaridad obrera que todos llevamos dentro y que en estos tiempos tenemos que dejar salir y manifestarse, no se puede permitir que después de todo lo que están viviendo estos compañeros se encuentren “solos” al realizar una concentración para reclamar lo que les pertenece por ley.
Nuestra solidaridad obrera tiene que convertir cada reivindicación laboral justa en nuestro 29M particular, y lograr movilizar a toda la clase obrera para que nos apoyemos hombro como hombro ante la injusticia patronal y política.
Pero aunque esto se lograse, y el efecto fuese tan positivo que se los afectados por GPM cobraran sus salarios yo estaría triste, porque nadie puede compensar a estos hombres y mujeres por las peleas familiares que esta situación, casi con total seguridad, les habrá ocasionado. Nadie se merece discutir con su pareja, padres, hijos o amigos por que unos impresentables no te pagan lo que te corresponde.
Miremos el lado humano de cada circunstancia y así vislumbraremos lo que están viviendo estos luchadores que se merecen nuestro respeto y admiración por su entereza y actitud.