Tras leer la controvertida (por ser fino) reforma laboral, lo peor no es que desde ella se abra la puerta a que cualquier trabajador vea rebajado el sueldo pactado en convenio, o en su contrato, sin necesidad de acuerdo entre las partes.
Opinión de Miguel Rodero /Tampoco es lo peor que el Gobierno del PP haya eliminado de golpe las trabas para los despidos colectivos, ni que la dirección de la empresa pueda modificar en los mismos términos las condiciones en las que miembros de la plantilla desarrollan el trabajo, ya sea jornada, horario, vacaciones, régimen a turnos, rendimientos y funciones. Tampoco es lo más preocupante que al empresario se le permita castigar a quien “rinda poco”. Ni siquiera es lo peor que el despido haya sido abaratado, por cierto que Rajoy aseguro mediante Twitter en campaña que “El PP no pretende abaratar el despido”, lo peor es el mazazo que le han dado a la autoestima de los trabajadores, generando una situación de terror que deja en la indefensión a la mayoría de los ciudadanos y que sitúa en el canibalismo laboral a los parados.
Se puede discutir si este país necesitaba una reforma que flexibilizara el despido o si por el contrario tenía que apostar por un cambio de modelo que pasara por no utilizar los cimientos del anterior, pero es una obviedad que el objetivo máxime de esta reforma es establecer un estado de terror que no permita a los trabajadores salirse de su nuevo papel de esclavos del primer mundo.
Desde el 20 de noviembre el PP está actuado a modo de francotirador (palabra compuesta por franco y tirador), disparando a la cabeza desde un lugar al que no podemos acceder, y sembrando el pánico por desconocer cuál será el siguiente blanco a batir.
Con los partidos fuera de juego, con una mayoría absoluta consentida por el PP y el PSOE (con su negativa a la reforma de la ley electoral), los sindicatos mayoritarios deslegitimados, por su trabajo en los últimos años, los movimientos sociales represaliados y paleados, los ciudadanos aterrados, los medios de comunicación en su mayoría vendidos o comprados ¿Quién va a disparar contra el tirador? Y lo que es más intrigante ¿el tirador actúa con voluntad propia, o es un mero enviado de los comandantes cartofen y gabacho con el beneplácito de sus generales los todopoderosos “mercados”?
Compañeros, amigos y simpatizantes, ante este percal el 19 de febrero nos vemos en la calle. Yo voy!!!
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